Fecha de publicación: 4 de Junio de 2025 a las 10:15:00 hs
Medio: INFOBAE
Categoría: GENERAL
Descripción: A más de treinta años de la represión, testimonios inéditos emergen pese a la censura sobre el tema, mientras familiares de víctimas y activistas luchan por preservar la memoria de los hechos
Contenido: Más de tres décadas después de la masacre de Tiananmen siguen apareciendo a cuentagotas testimonios sobre lo ocurrido en la noche del 3 al 4 de junio de 1989, cuando soldados y tanques del Ejército de Liberación Popular (EPL) se abrieron paso hasta la céntrica plaza pequinesa.
El tema permanece tabú en China, que nunca publicó una cifra oficial de fallecidos por la represión militar. Oscila, según la fuente, entre cientos y miles de personas, mientras las autoridades mantienen la vigilancia en la plaza, accesible solo tras estrictos controles de seguridad y documentación.
“A mi marido le dispararon en la madrugada del 3 al 4 cerca de la aledaña calle de Nanchizi. Murió en un hospital dos días después”, arelata You Weijie, esposa de Yang Minghu, en un testimonio que recoge esta semana la ONG Human Rights in China.
Antes de morir, Yang narró brevemente a su esposa lo ocurrido: “Dijo que soldados del EPL salieron del Ministerio de Seguridad Pública y que abrieron fuego contra la multitud”, rememora.
Nacida en Beijing en 1953, You fue enviada de niña a un cuerpo de trabajo militarizado durante la Revolución Cultural (1966-76) y después trabajó en la Fábrica de Impresión de la capital durante los primeros años de reformas económicas de los ochenta.
Allí conoció a Yang, oriundo de Zhejiang (este) y que se acababa de graduar por la Universidad de Tsinghua. Se casaron y tuvieron un hijo.
“Era una época de contradicciones”, recuerda You. Las reformas también causaron desigualdades, inflación, quejas por la corrupción y un descontento que cristalizó en las protestas estudiantiles de 1986 y 1987 en las que se pedía “abrirse en todas las direcciones”.
Ese movimiento derivó en la destitución del entonces secretario general del Partido Comunista (PCCh), Hu Yaobang, acusado de tolerar una “liberalización burguesa” y cuya muerte en abril de 1989 provocó que algunos universitarios salieran a la calle para homenajearle en lo que pronto se transformó en la ocupación de la plaza de Tiananmen.
Los estudiantes ensalzaban a Hu, representante del ala más amable del liderazgo, con ideas de apertura compartidas por muchos.
“Recuerdo ir en bicicleta con mi hijo una mañana a principios de mayo y ver la plaza llena de manifestantes. La gente les daba dinero. Simpatizábamos con ellos. Yo misma le di unas monedas a mi hijo para que se las entregara a un estudiante”, cuenta You.
“Quería que entendiese que ellos también eran patriotas”, dice al referirse a los manifestantes, que intensificaron su protesta con una huelga de hambre durante la visita a China de Mijaíl Gorbachov.
You habla de “escenas de solidaridad cívica” en Beijing, como en el paso elevado de Guangqumen, “donde se organizaban envíos de comida hasta la plaza” y “se construían barricadas para impedir que el Ejército pasara”.
“El apoyo a los estudiantes parecía universal”, evoca You. Incluso el secretario general del PCCh, Zhao Ziyang, intentó dialogar con ellos, convencido de que sus demandas no iban contra el Partido, sino para corregir sus errores.
Pero la suerte ya estaba echada: se declara la ley marcial, Zhao acaba purgado y la línea dura del PCCh liderada por el primer ministro Li Peng obtiene el visto bueno de Deng Xiaoping, líder ‘de facto’ del país, para usar la fuerza.
“¡Despierta! ¡Algo ha pasado! ¡Están disparando!”, exclama Yang a su esposa aquella madrugada. Vecinos que regresan del barrio de Xidan hablan de charcos de sangre de los que nadie se atreve a preguntar.
Yang decide ir hacia la plaza en bicicleta para enterarse de lo ocurrido, pero una ráfaga de disparos lo alcanza durante el trayecto y acaba en un hospital. Allí fallece dos días después.
You celebró un pequeño funeral. “Estaba cegada por el dolor. ¿Por qué ocurrió algo así?”, se pregunta todavía.
También rechazó una indemnización de su empresa y, con el tiempo, contactó con otras familias que acabarían creando la asociación de las Madres de Tiananmen, aún hoy perseguida.
“El tremendo éxito (económico del país asiático) muestra que la decisión que tomaron fue correcta”, zanjó en 2019 el entonces portavoz de Exteriores Geng Shuang, hoy representante adjunto de China ante la ONU.
Por su parte, Renee Xia, directora de Chinese Human Rights Defenders, afirma a EFE que Occidente relajó “demasiado pronto” las sanciones que impuso por la matanza, lo que permitió a Beijing “convertirse en una superpotencia preparada para dominar el orden internacional con sus propias reglas”.
En China, buscar en internet o preguntarle a la exitosa IA DeepSeek sobre Tiananmen no arroja resultados. Y aunque las generaciones jóvenes desconocen los hechos, “mucha gente todavía trata de documentar lo que ocurrió”, apunta Xia.
“Se encuentran nuevos testimonios, fotografías. Pese a sus esfuerzos, el Gobierno no ha podido borrar por completo este episodio de la memoria colectiva”, concluye.
(EFE)
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