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Fecha de publicación: 4 de Junio de 2025 a las 08:56:00 hs

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Medio: INFOBAE

Categoría: GENERAL

Por qué la Luna llena de junio será la más baja en el horizonte en una década

Portada

Descripción: Se trata de uno de los fenómenos más singulares de los últimos años. Por qué también es llamada “Luna de Fresa”

Contenido: En junio de 2025, el cielo nocturno presentará uno de los fenómenos más singulares de los últimos años: una Luna llena extremadamente baja en el horizonte, conocida como “Luna de Fresa”.

Lo que para la mayoría puede parecer una coincidencia estética es, en realidad, el resultado de un complejo ciclo astronómico que involucra inclinaciones orbitales, precesiones nodales y referencias culturales ancestrales.

Este fenómeno, visible en las noches del 10 y 11 de junio, marca una oportunidad excepcional para entender cómo la mecánica celeste moldea el comportamiento de nuestro satélite natural.

La Luna, como se sabe, recorre su órbita alrededor de la Tierra con una inclinación de 5,15 grados respecto a la eclíptica, es decir, el plano de la trayectoria terrestre alrededor del Sol.

Esta inclinación no solo evita que haya eclipses en cada lunación, sino que también permite variaciones notables en su posición aparente en el cielo. Así, durante ciertos años, la declinación de la Luna puede alcanzar hasta 28,65 grados de norte a sur, resultado de la suma entre la inclinación de la Tierra y la inclinación de la órbita lunar.

Este movimiento no es uniforme. Cada 18,6 años, el sistema Tierra-Luna atraviesa lo que se conoce como precesión nodal, un lento cambio en la orientación de la órbita lunar influido principalmente por la gravedad solar.

En ese ciclo, se producen eventos conocidos como grandes paradas lunares, cuando la Luna alcanza sus posiciones más extremas en el cielo. La última gran parada ocurrió en 2006, y la siguiente se proyecta para 2025. La luna llena de este junio es una manifestación anticipada de ese proceso. La consecuencia visible de este mecanismo será la luna llena más baja en el cielo del hemisferio norte en casi dos décadas.

“La Luna llena del 11 de junio será particularmente especial, ya que presentará la plenitud de su luz más cerca del horizonte, un fenómeno poco común en el hemisferio norte, mientras que en el sur se elevará inusualmente alta”. Esto significa que en regiones del norte, como Alaska, Islandia o Groenlandia, el satélite ni siquiera llegará a aparecer por encima del horizonte, mientras que en el hemisferio sur, en países como Argentina o Australia, se podrá ver en lo alto del firmamento.

Este tipo de desplazamiento no es perceptible para quienes observan la Luna ocasionalmente. Pero si se sigue con atención su movimiento durante varios ciclos, es posible notar cómo se desplaza de norte a sur, de un mes al otro.

El resultado de este comportamiento es una luna llena que aparece apenas sobre las copas de los árboles o, en el caso contrario, casi en el cenit. La diferencia de altura genera también variaciones en el color, debido a la atmósfera. Cuanto más baja, más probable es que se tiña de un tono rojizo, no por su composición, sino por la refracción de la luz solar al atravesar una mayor cantidad de aire.

A esta luna llena de junio se la conoce como “Luna de Fresa”, aunque el nombre puede inducir a confusión. No se refiere a su color ni a ningún cambio físico en la superficie del satélite. El término proviene de las tribus algonquinas del norte de América, que identificaban esta fase con la temporada de cosecha de fresas silvestres.

“Contrario a lo que muchos creen, la Luna de Fresa no adquiere un tono rojizo ni rosado. Su nombre proviene de las antiguas tribus algonquinas del norte de América, quienes la bautizaron así porque coincidía con la temporada de cosecha de fresas silvestres”.

La práctica de nombrar cada plenilunio con una referencia agrícola o cultural tiene una larga tradición en distintas partes del mundo. En Europa, la luna de junio también se conoce como “luna de hidromiel”, “luna rosa” o “luna de flores”. En otras regiones de América del Norte, recibe nombres como “luna de azada” o “luna de plantación”. Estos títulos, lejos de ser poéticos, funcionaban como herramientas de organización del tiempo y orientación para tareas productivas.

“El nombre de cada luna llena refuerza la conexión poética entre el cielo y la tierra, perpetuando la memoria de los vínculos entre los astros y las actividades humanas”, describen los especialistas.

En la actualidad, estos nombres se difunden gracias a publicaciones como el Maine Farmer’s Almanac, que desde la década de 1930 comenzó a sistematizar las denominaciones usadas por las comunidades indígenas para marcar eventos naturales. La Luna de Fresa señala, en el calendario estacional del hemisferio norte, el comienzo del verano y el momento de máxima abundancia de determinados frutos. La luna llena de julio, en cambio, es conocida como “Luna del Ciervo”, ya que coincide con el crecimiento de las astas de los machos en ese período.

Desde una perspectiva astronómica, la luna llena de junio no destaca solo por su nombre tradicional. Su rasgo distintivo es su baja elevación en el cielo del norte. Esto se debe a la combinación de su fase con la cercanía del solsticio de junio, que marca el inicio del invierno austral y del verano boreal. Al encontrarse en su fase llena, la Luna ocupa una posición opuesta al Sol en el cielo. En esta época del año, el Sol alcanza su punto más alto en el hemisferio norte, por lo tanto, la Luna aparece en su punto más bajo.

La inclinación orbital lunar y su precesión explican este comportamiento. Según registros astronómicos, la luna llena de este mes será la más baja observada en casi 18,6 años, lo que coincide con el inicio de una nueva gran parada lunar. “Después de este año, la trayectoria aparente de la Luna comienza a reducirse de nuevo. Esto se debe a que la órbita lunar se desplaza lentamente una vez cada 18,6 años (principalmente debido a la atracción solar) en lo que se conoce como precesión nodal”.

El fenómeno tendrá otros eventos asociados. El 6 de junio, la Luna ocultará la estrella Spica en regiones del sur como Tasmania y Nueva Zelanda. Luego, el 10, ocultará a Antares desde Australia, justo antes de alcanzar su fase plena. En julio, Régulo también será tapada por la Luna, en un patrón que incluye tres de las cuatro estrellas brillantes de cuarta magnitud visibles en su trayectoria actual. Solo Aldebarán quedará fuera de este ciclo de ocultaciones.

Para quienes desean observar este evento, se recomienda buscar un sitio sin contaminación lumínica y con buena visibilidad del horizonte. “Si el cielo está despejado, asegúrese de observar la posición de la Luna Llena ascendente en las tardes del 10 y el 11. El lugar desde el que observe será su propio ‘observatorio’, ya sea su jardín, la entrada de su casa o la cima de una colina”. Aunque la Luna llena alcanza su máximo en un instante preciso, su aspecto brillante se mantiene durante más de 24 horas, lo que permite observarla sin necesidad de instrumentos avanzados.

Más allá del asombro visual, este tipo de fenómenos invita a reconectar con el cielo como marcador del tiempo. Desde las antiguas piedras de Callanish en Escocia, alineadas con salidas lunares, hasta los algoritmos modernos que predicen fases con exactitud milimétrica, la Luna sigue funcionando como un espejo de nuestros ciclos y nuestras preguntas.

Cada fase, cada inclinación, cada ocultación revela una parte de la coreografía cósmica que nos rodea y en la que aún tenemos mucho por descubrir.

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