Fecha de publicación: 5 de Diciembre de 2025 a las 21:51:00 hs
Medio: TN
Categoría: GENERAL
Descripción: A su edad, demuestra que la longevidad no se trata de dietas ni fórmulas milagrosas, sino de tener un propósito y enfrentar cada día con determinación.
Contenido: Marta Beatriz Echaul cumplió 100 años en diciembre, pero no pierdas el tiempo preguntándole la fórmula de su longevidad. No le interesan las dietas, ignora los antioxidantes y su historial médico se limita a un análisis de sangre cada dos años. Sin embargo, el secreto existe, porque Marta es un caso aparte.
A pesar de su siglo de vida, agarra el auto todos los días para ir a trabajar a Pompeya. Vive en Retiro, se sube a la 9 de Julio y maneja con un aplomo y seguridad envidiables. No es para menos: lleva las manos en el volante desde los 20 años, cuando su papá le regaló su primer Cadillac.
Leé también: Un viaje solidario para que un nene ciego pueda acceder a un dispositivo que le facilita aprender Braille
Hoy tiene un Toyota Yaris. El cambio de modelo acompaña esta etapa de su vida porque es un auto mediano y eso le permite sacarlo sin problemas del segundo subsuelo del edificio. En la penumbra de la cochera tiene que hacer mil maniobras para sacarlo porque sus vecinos tienen camionetas gigantes que bloquean el paso. Pero Marta la hace fácil y en minutos ya está en la calle.
Maneja rápido y fluido. No tiene temor a adelantarse y es de las que nunca se va a quedar atascada en una cola de autos parados. Pero detrás de las formas hay un concepto. “Yo no le doy mucha importancia al auto, si lo rayo un poquito no me hago tanto problema” confiesa, revelando que su estrategia al volante se basa en la pericia, pero también en cierto grado de arrojo.
Marta tiene que renovar registro todos los años. Pero a ella no le molesta. Va, hace los “dibujitos” del examen psicotécnico y se vuelve con su licencia, que no es sólo de conducir. Es su pasaporte a la libertad. Con el auto va a trabajar, sale con sus amigas a tomar el té o acompaña a su nieta Fernanda a hacer un trámite.
Cuando llega a Pompeya, la cosa cambia. Le deja las llaves a Rafa (quien trabaja para ella desde hace más de 40 años) y él estaciona el auto. Marta ya está en otra. Se enfoca en el trabajo. Ella es la jefa ahí. La empresa es suya y lo resalta: “es mía y no la heredé de nadie”. Transporte Santa Marta es el nombre de su independencia.
Su oficina la espera en el primer piso por escalera. Marta sube sin ningún problema y lleva el bastón solo “por las dudas”. Mientras asciende, advierte que el día que no pueda, va a instalar una silla mecánica. No parece haber obstáculo para ella y, si aparece alguno, ya tiene una alternativa.
Leé también: Del susto al milagro solidario, para que ninguna vida corra peligro por falta de un desfibrilador
Cuando le preguntan cómo es eso de tener 100 años, ella se encoge de hombros. No sabe. Dice que lo toma como algo natural, no como un fenómeno raro. Los 100 son el hoy que está viviendo y no encuentra nada distinto a otras etapas de su vida. Ella sólo vive el presente.
Nadie tiene la patente exclusiva de la longevidad. La ciencia insiste con el ejercicio y el Omega-3, pero para cumplir muchos años, quizás no haya una, sino muchas recetas. Marta tiene su propia receta intransferible: libertad, independencia y un propósito claro. Ese es el método Marta: cien años de mirar siempre hacia adelante, y nunca por el espejo retrovisor.
Visitas: 0