Fecha de publicación: 5 de Diciembre de 2025 a las 01:10:00 hs
Medio: TN
Categoría: GENERAL
Descripción: Entender por qué surge la crítica constante, la manipulación o el ninguneo y cómo se transforman es clave para mejorar el modo en que nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos.
Contenido: Las relaciones humanas son la base de la vida en comunidad y pueden potenciar nuestro bienestar o convertirse en una fuente de agotamiento y sufrimiento. La salud vincular exige comprensión, límites claros y un trabajo interno profundo para desactivar patrones que hieren, confunden o desgastan la vida cotidiana.
Relacionarse no es un talento innato: es una habilidad que se construye. Cada interacción, mínima o profunda, influye en nuestro bienestar psicológico y en la manera en que transitamos la vida. La actitud positiva, la escucha, la variedad de perspectivas y la capacidad de reconocer al otro como un sujeto completo son pilares que, cuando fallan, dan lugar a dinámicas nocivas.
Entre esos modos negativos de vincularse aparece lo que popularmente llamamos “toxicidad”. No siempre es evidente; muchas veces se esconde en gestos cotidianos, en tonos, en formas de comunicar o en patrones que erosionan vínculos laborales, familiares o afectivos.
“La etiqueta ‘persona tóxica’ intenta describir dinámicas que producen menoscabo emocional y hostilidad”, explica el psicólogo deportivo Gustavo Maure (M.N 9443), quien analiza este fenómeno desde una perspectiva psicoanalítica y vincular.
La toxicidad puede manifestarse de maneras muy distintas: desde la crítica permanente hasta la manipulación emocional o el agotamiento psíquico generado por la victimización crónica. Además, es una forma de violencia emocional.
Maure detalla que estas señales suelen ser recurrentes:
Detrás de estos patrones suele haber miedo, inseguridad, una necesidad de control o una defensa narcisista que protege una imagen interna frágil.
El primer paso es la capacidad de observarse sin justificarse: “Una persona puede reconocer estos comportamientos preguntándose cómo reacciona la gente a su alrededor, si los conflictos son permanentes o si su impulso inicial ante un error es criticar”, señala Maure.
Para avanzar:
Maure afirma que toda conducta tóxica vuelve, tarde o temprano, contra quien la ejerce. Reconocerlo es esencial.
Cuando daña a los demás:
Cuando daña a uno mismo:
La toxicidad no es solo un problema relacional: es un modo de sufrir.
Estos mecanismos suelen ser defensas ante la angustia. Para desarmarlos, Maure recomienda:
El desafío es pasar de la rigidez a la flexibilidad emocional.
Quienes conviven o trabajan con personas tóxicas necesitan herramientas claras:
La consulta terapéutica puede ser necesaria tanto para quien ejerce conductas tóxicas como para quien las padece.Cuando el conflicto se repite, cuando los vínculos se deterioran, cuando la autoestima cae o cuando la angustia domina, buscar ayuda es clave. Las terapias de orientación psicoanalítica o psicodinámica permiten trabajar no solo la conducta, sino el origen emocional de estos patrones.
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“El que ama, se hace humilde”, recordó Freud. Mejorar los vínculos implica renunciar al narcisismo, reconocer al otro y construir puentes donde antes había distancia. La salud vincular, dice Maure, es un trabajo diario, una elección y una práctica constante
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