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Fecha de publicación: 6 de Noviembre de 2025 a las 08:11:00 hs

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Medio: INFOBAE

Categoría: GENERAL

Qué reemplaza al USB y por qué tiende a desaparecer este accesorio de los 2000

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Descripción: La seguridad de los datos se ve comprometida por la facilidad de pérdida, robo y propagación de malware en las memorias USB

Contenido: Durante dos décadas, la presencia de las memorias USB y los pendrives fue imprescindible en la vida digital cotidiana. Documentos laborales, proyectos académicos, colecciones de fotografías o videos domésticos circulaban en estos dispositivos pequeños y robustos. Una rutina que cada vez más queda en el recuerdo, debido a nuevas tecnologías que ofrecen el mismo servicio, pero con mejores condiciones.

Ante la aparición de servicios como la nube, los discos SSD y las memorias SD, la relevancia de las memorias USB se ha desvanecido y su uso cotidiano ha quedado confinado a espacios mucho más específicos.

Varias razones, tanto técnicas como de uso, explican por qué las memorias USB han perdido su papel protagónico hasta convertirse en reliquias tecnológicas. El avance veloz de la demanda digital, con archivos cada vez más voluminosos —alta definición, 4K, big data y proyectos multimedia—, sobrepasó la limitada capacidad de almacenamiento de la mayoría de los pendrives corrientes.

Hoy, mientras modelos habituales ofrecen entre 64 y 512 GB, el salto a los 2 TB solo resulta viable para usuarios dispuestos a pagar precios poco competitivos frente a alternativas superiores. Discos SSD externos y otras soluciones no solo ofrecen más espacio, también mejor relación costo-memoria.

La velocidad de transferencia se erige como otro punto crítico. Buena parte de las memorias USB todavía depende de tecnologías flash de gama baja. Transporte de archivos de gran tamaño implica esperar minutos, una eternidad frente a las soluciones actuales.

Los discos SSD portátiles, equipados con conectividad USB-C o Thunderbolt, transfieren las mismas cantidades de datos en segundos, un factor decisivo para quienes trabajan diariamente con grandes volúmenes de material audiovisual, diseño gráfico o programación.

La incompatibilidad de conectores terminó por hundir una plataforma que supo descansar en la universalidad del USB-A. Hoy, el estándar USB-C domina en dispositivos modernos —portátiles ultrafinos, móviles, tablets y computadoras all-in-one— imponiendo adaptadores, limitaciones y, en ocasiones, directamente la inviabilidad técnica para el uso del viejo pendrive.

La tendencia industrial de reducir puertos físicos, encabezada por fabricantes como Apple, acentuó aún más la obsolescencia del USB tradicional.

La seguridad se suma a los motivos de retirada de la memoria USB. Estos dispositivos facilitan la pérdida o robo físico: basta un descuido para que los datos sensibles queden expuestos a actores maliciosos o accidentes. Las memorias USB son susceptibles al daño por desgaste, lo que reduce su vida útil y multiplica la posibilidad de fallos irreparables.

Otro frente de riesgo reside en la propagación accidental o intencionada de malware, por lo que muchos entornos empresariales y servidores con alta sensibilidad de información optaron por blindar el acceso a través de políticas estrictas que restringen o prohíben el uso de pendrives.

El principal sustituto en el almacenamiento físico de datos es el disco SSD externo. Compactos, resistentes y silenciosos, resultan esenciales para quienes manejan grandes volúmenes de información. Las velocidades de transferencia superan ampliamente a las de las memorias USB tradicionales, gracias a interfaces como USB-C o Thunderbolt.

Modelos recientes, ofrecen capacidades superiores a 1 o 2 TB junto con una mayor durabilidad y resistencia al desgaste, porque no tienen partes móviles. Aunque su tamaño puede ser algo mayor que el de un pendrive, el incremento de capacidad y la relación precio/alojamiento superan cualquier desventaja.

Las tarjetas SD y microSD representan otra alternativa fuerte. Su tamaño compacto y bajos precios por gigabyte facilitan su uso tanto en cámaras como en portátiles e incluso móviles. Con un simple lector USB-C, se convierten en soluciones portátiles eficientes para necesidades de movilidad digital.

El cambio más rotundo proviene del almacenamiento en la nube, donde el acceso y la portabilidad ya no dependen de un soporte físico. Plataformas como Google Drive, Dropbox, iCloud y Microsoft OneDrive han transformado la relación con los archivos digitales.

Permiten acceder, modificar, compartir y sincronizar contenido de forma automática desde cualquier dispositivo conectado a internet. Esta modalidad elimina riesgos físicos (pérdida, daño, robo), minimiza la fragmentación de datos y potencia la colaboración en tiempo real. Además, la oferta de gigabytes gratuitos y planes de pago flexibles baja aún más la barrera de entrada.

Las principales ventajas de este sistema se centran en la colaboración, la facilidad de acceso y la actualización automática de datos entre dispositivos.

La conectividad inalámbrica contribuye a limitar la necesidad de soportes físicos. Tecnologías como Apple AirDrop permiten transferir archivos de forma directa y veloz entre dispositivos compatibles ubicados cerca.

Además, aplicaciones de mensajería como WhatsApp o Telegram facilitan el envío rápido de archivos de menor tamaño, acentuando la tendencia a prescindir de accesorios adicionales en favor de la inmediatez y la movilidad digital.

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