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Fecha de publicación: 29 de Octubre de 2025 a las 13:42:00 hs

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Medio: INFOBAE

Categoría: GENERAL

REVIEW | Tormented Souls 2: el terror que te carcome desde adentro

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Descripción: El título de Dual Effect recupera las atmósferas opresivas, los puzzles exigentes y la vulnerabilidad real. No reinventa el género, lo refuerza

Contenido: Tormented Souls 2 es una suerte de anomalía para los tiempos que corren. La gran mayoría de esos títulos que quieren abrazar la melancolía de tiempos que creen mejores, suelen hacerlo con el paquete completo. Desde lo visual hasta lo inspiracional, dejando en claro que la búsqueda por traer aquellos viejos tiempos al presente es completa. Por otro lado, tenemos al horror moderno que se desvive por la acción, los odiosos sustos repentinos (o jumpscares para los amigos) y los controles fluidos. Es como si no hubiese término medio. Pero la verdad es que Resident Evil: Revelations salió en 2012, así como Silent Hill: Downpour. Remothered: Tormented Fathers es de 2017, mientras que Song of Horror es de 2019. Alan Wake 2 llegó en 2023.

¿Por qué menciono a todos estos títulos? Para argumentar que no hace falta viajar hacia los 90s o principios de los 2000 para encontrar retazos de lo que el survival horror supo ser. Puede haber exponentes que te gusten más, otros menos, pero el género siempre se mantuvo fiel a sí mismo. La clave, es saber dónde buscar.

El estudio chileno Dual Effect decide sustentarse en el éxito del primer título de la saga y sin mirar mucho hacia atrás, decide perfeccionar una fórmula que ya había dado resultado. Ahí es donde entendemos que Tormented Souls 2 no pretende modernizar nada, ni intenta forzar mecánicas ya testeadas, sino que busca recordar por qué alguna vez el terror nos hizo sentir frágiles. El miedo a lo desconocido, a la oscuridad, a todo aquello que murmura a lo lejos y no llegamos a ver. El miedo que crece desde adentro, que se va formando como un escalofrío que no encuentra salida. El miedo a lo tácito, a lo palpable, a lo que muchas veces vive en la locura de una mente perturbada.

Caroline Walker regresa como protagonista, marcada por los sucesos del título anterior. Esta vez viaja junto a su pequeña hermana Anna hacia un monasterio, para cuidar la salud mental de la niña. De entrada, el lugar se siente, como mínimo, inquietante. Toda esa paz que debería existir en un convento se rompe de inmediato, no solo por lo victoriano del lugar, sino porque claramente, Dios no está contemplando aquel lugar. Y no porque el juego caiga en algún cliché clásico, sino porque el halo de maldad se siente en el aire.

Es el mismo efecto que ocurre con películas como The Nun (2018) o Immaculate (2024), donde a pesar de la reverencia a lo religioso, el mal es omnipresente. Por eso mismo, lo que comienza como una búsqueda desesperada por la salud mental de Anna se transforma en el descenso a un infierno tanto físico como espiritual, donde cada habitación, cada sala, cada pasillo y cada rincón del inmenso monasterio son una trampa diseñada para poner a prueba la paciencia y la memoria de cada jugador.

El juego conserva la estructura que definió al género en sus comienzos, con cámaras fijas, controles tipo tanque y una economía de recursos que termina siendo el verdadero terror de la experiencia cuando nos damos cuenta de que se vienen tiempos oscuros y apenas tenemos algunas balas y una docena de clavos en nuestro inventario. Por eso mismo, la salud, las balas y hasta los guardados de partida terminan siendo decisiones estratégicas más que simples mecánicas de juego. Sí, en Tormented Souls 2 no hay guardado automático ni la posibilidad de salvar partida cuando lo necesitemos. Al mejor estilo Resident Evil, hay ciertos puntos, habitaciones seguras, con grabadoras que utilizan cintas magnetofónicas, e incluso éstas son limitadas, las tenemos que ir encontrando mientras recorremos el lugar. El combate sigue, de alguna forma, la misma estrategía.

Cada enfrentamiento se siente más como un puzzle que como una consecuencia inevitable. A veces, la mejor opción no es sumergirnos de cabeza en una lucha encarnizada, sino que, quizás, el hecho de correr, esquivar, o simplemente evitar el enfrentamiento es clave para sobrevivir. En esta propuesta, la vulnerabilidad no es un defecto, sino que se convierte en el eje central para sobrevivir. Narrativamente, Caroline Walker es vulnerable, tiene miedo, pero tiene motivos más fuertes para seguir avanzando. Su objetivo no es escapar, sino encontrar a su pequeña hermana, y esa diferencia el juego la contagia.

El ritmo es lento, casi meditativo y muchas veces, dubitativo. Hay un diseño muy inteligente en cuanto a los espacios y su conexión con los puzzles. Cuando terminamos de aprender cada camino, cada puerta y cada habitación, para movernos libremente, el avanzar de la historia desbloquea una nueva sala, unas escaleras, o una puerta que antes se encontraba cerrada. Es un gran detalle desde el diseño general del juego para no abrumar al jugador y mantener ese efecto constante de incertidumbre. Es muy complicado, si investigamos como el juego invita a investigar, que nos quedemos trabados en algún lugar, o que no sepamos qué hacer. La gente de Dual Effect invita a explorar con cautela, a observar cada detalle de los escenarios meticulosamente detallados, desde los vitrales rotos hasta las velas que marcan refugios temporales de luz.

La oscuridad, literalmente, mata. Si nos quedamos demasiado tiempo expuestos a la oscuridad, las sombras nos devoran. Tenemos velas, luz eléctrica que podemos activar, pero la mayor parte del tiempo es probable que vayamos sosteniendo un encendedor para iluminar nuestro camino. En consecuencia, sostener este objeto implica renunciar a las armas. Si tenemos una cosa en nuestras manos, no podemos sostener otra, tenemos que pensar bien cuándo y cómo hacer el cambio. Esa tensión entre ver o luchar, entre iluminar y sobrevivir, sostiene el corazón del juego.

Pero el alma de la experiencia reside, sin duda alguna, en los puzzles. Ninguno se siente arbitrario o innecesario y eso habla -de nuevo- del impecable diseño del juego. Todos apelan a la observación, la deducción y la memoria. Obviamente hay algunos más simples que otros, pero todos resultan desafiantes. Algunos exigen descifrar pistas escondidas en documentos, otros manipular mecanismos o recorrer versiones distorsionadas del mundo real donde las acciones alteran la realidad tangible.

Resolver cada uno de estos puzzles me produjo, al menos a mí, una satisfacción que pocos exponentes modernos lograron darme, porque todo cuesta esfuerzo, atención y un riesgo tácito y palpable. El sentimiento de satisfacción es inmediato, y todo tiene su peso. Los puzzles pequeños nos hacen encontrar o destrabar situaciones pequeñas, y los más grandes y complejos, generalmente son para avanzar en situaciones más importantes. Si hay algo que me encanta en este tipo de juegos, es que se genere la necesidad emocional de levantarse a conseguir un lápiz o birome, junto a un papel, para poder tomar nota.

La búsqueda visual y artística del juego hacen que Villa Hess se sienta infernalmente viva dentro de su constante palpitar mientras la recorremos. El realismo, la variedad de lugares, elementos, objetos y texturas es realmente impresionante. Hay un trabajo inmensamente meticuloso para que cada área no se sienta repetitiva y, por lo contrario, se sienta como algo nuevo a descubrir. Por eso mismo, cada zona posee su propia lógica y atmósfera, a ver es cuestión de atravesar un breve pasillo para sentirnos a salvo, cuando 2 metros antes el sentimiento de ansiedad y la tensión nos estaba carcomiendo.

En cuanto a lo técnico, Tormented Souls 2 brilla con una dirección general que combina el detalle de los remakes de Resident Evil con la crudeza espiritual del nuevo Silent Hill 2, aunque si tengo que ser completamente sincero, el título me hizo sentir eso que también me hizo sentir The Evil Within 2 (obviamente, salvando las distancias) a la hora de enfrentar una nueva historia. El uso de la luz -junto a la oscuridad- y el sonido es una forma de cerrar el círculo, con chirridos sordos, ecos disonantes, respiraciones profundas, y el golpeteo incesante sobre la piedra húmeda del lugar. El miedo nace de la espera y de la duda, entre la tensión y el deber de la investigación. Y el elemento audiovisual del juego, hace el resto.

Lo mejor que tiene Tormented Souls 2, al menos para quien suscribe, es que no intenta ser accesible y agradar a todo el mundo, sino al nicho latente de amantes de los survival horror. Es exigente en una buena medida, y por momentos se vuelve realmente despiadado. No es un juego fácil, y no lo digo como algo negativo, sino todo lo contrario. Hay belleza intrínseca en una dificultad regulada, que te propone sacar tu máximo esfuerzo para poder avanzar. Cada vez que resolvemos un puzzle o eliminamos a un enemigo, el juego se encarga de hacernos sentir que así sea nuestra destreza mental o nuestros reflejos, la victoria es nuestra.

No hay azar, no hay cosas deliberadas, todo está pensado de forma estratégica desde los documentos de diseño. Y con todo eso entre manos, el juego termina siendo honesto. Recompensa la curiosidad, la observación y la planificación. Dual Effect demuestra de forma concreta y con maestría que aún hay espacio para el terror que se construye con paciencia, diseño y atmósfera. Este juego no reinventa el género, sino que lo fortalece. Tormented Souls 2 pelea la misma batalla de Silent Hill f: demostrar que el terror no es un género menor y que utilizando fórmulas ya conocidas, la imaginación y la creatividad es lo que realmente marca la diferencia.

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