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Fecha de publicación: 24 de Octubre de 2025 a las 18:09:00 hs

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Medio: INFOBAE

Categoría: GENERAL

El nuevo chic en Emily in Paris: de la moda italiana a las marcas de lujo en la quinta temporada

Portada

Descripción: La nueva parte de la tira, trae una Lily Collins con looks monocromáticos, accesorios statement y un corte de pelo clásico que la acompaña en su viaje de Francia a Roma

Contenido: El calendario ya marcó la fecha que los amantes de la moda y el drama esperaban: Emily in Paris regresa el 18 de diciembre con la quinta temporada que promete verdaderos flechazos fashionistas.

La ejecutiva de marketing más famosa de la pantalla armó las valijas, sumó estampas y monocromos, y partió rumbo a Roma sin perder ese chic francés que la define. Esta vez, la serie apostó por el arte de la reinvención: looks sofisticados, guiños al clasicismo italiano y una protagonista que maduró, pero no olvida lo que significa jugar y arriesgar con el guardarropa.

Desde las primeras fotos de la nueva temporada de la serie de Netflix, la moda tomó el centro de la escena. Ya no aparecieron los contrastes extravagantes y despreocupados del mix and match parisino: en cambio, Emily Cooper llegó a Roma con prendas pensadas hasta el último detalle y con una paleta más armónica, aunque igual de energética.

El trabajo de la diseñadora de vestuario Marylin Fitoussi acompañó esta narrativa, mostrando una Emily que “floreció” y se afirmó en cada elección de prendas y cortes, según explicó la creadora del vestuario.

Pocas cosas gritan “nuevo comienzo” como un cambio de peinado. Lily Collins dejó atrás la melena larga y ondulada que identificó al personaje y adoptó un bob clásico, pulcro y perfectamente alineado.

Este nuevo look, inspirado en la época dorada de Hollywood y en figuras como Audrey Hepburn en “Vacaciones en Roma”, simbolizó el paso definitivo hacia una versión adulta y sofisticada de la protagonista.

El peinado acompañó la transición hacia escenarios más sobrios y guió la atención hacia el rostro y la actitud segura de la ejecutiva en el entorno laboral y social romano.

La moda italiana ganó protagonismo en esta temporada. Prendas con estampas de lunares, flores y rayas dominaron la composición cromática de los episodios. Entre los looks más destacados figuró un conjunto de chaqueta bomber XS en blanco y negro, sumado a shorts claros y botas XXL, todo con una impronta italiana que remarcó la sofisticación y la osadía estilística.

Las botas XXL de Max Mara se convirtieron en uno de los focos de atención, al igual que accesorios firmados por marcas prestigiosas como Yves Saint Laurent, que aportaron carteras de color chocolate y un guiño al lujo discreto.

El monocromatismo también tuvo un lugar destacado: el uso de colores plenos en blazers, pantalones y vestidos reforzó la imagen de una Emily poderosa y segura de sí misma. Los detalles artesanales, los cortes limpios y la apuesta por prendas estructuradas marcaron la diferencia respecto a temporadas anteriores.

Los accesorios statement consolidaron la estética de la serie. Las gafas de sol XL de Hugo Boss añadieron un aire sofisticado a los looks más sencillos y los pendientes largos brillantes ampliaron el efecto de elegancia de las escenas de día y de noche.

El vestuario integró diseños de DBF y un vestido floral midi de Dolce & Gabbana, evidenciando la colaboración estilística con casas italianas emblemáticas.

A este repertorio se sumaron prendas y accesorios de Chanel, Gucci, Moschino, Marine Serre y Valentino, cada una aportando un detalle inesperado y un motivo visual para cada capítulo.

La temporada alternó entre escenas en París y Roma, lo que permitió jugar con el contraste cultural y cromático de ambas capitales. Los outfits de Emily funcionaron como puente entre el legado artístico de Francia y la vitalidad italiana.

Experimentos con vestidos midi y botas altas, chaquetas bomber y accesorios importados de pasarelas internacionales tradujeron la identidad múltiple de la protagonista, quien debió adaptarse a la vida profesional y personal en un escenario italiano a la vez que conservó su vínculo con París.

En la quinta temporada, la relación entre argumento y moda se acentuó. El vestuario adquirió un rol protagónico y narró en paralelo la historia de crecimiento personal de Emily.

Cada conjunto seleccionó una paleta emocional y estilística para la escena, mostrando autoridad profesional, exploración romántica y afirmación de una nueva etapa.

La temporada se anticipó como una referencia obligada en el universo fashionista internacional, reforzando el papel de la serie como escenario privilegiado para la inspiración.

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