Fecha de publicación: 8 de Octubre de 2025 a las 10:41:00 hs
Medio: INFOBAE
Categoría: GENERAL
Descripción: Cambios de conducta, alteraciones en el pelaje y pérdida de peso pueden ser algunos de los indicios. Qué recomiendan
Contenido: La vejez en los gatos puede pasar inadvertida en sus primeras etapas, pero los veterinarios identifican múltiples señales que marcan el tránsito.
Reconocer estos signos permite prevenir enfermedades, ajustar la alimentación y mejorar la calidad de vida del animal, según recomendaciones de expertos.
Las pistas físicas constituyen la principal herramienta para estimar cuántos años tiene un gato cuando se desconoce su fecha de nacimiento, indicó Papaya Veterinary Care de Los Ángeles, EEUU, en su guía sobre felinos mayores. El examen dental resulta clave: un gato joven exhibe dientes blancos y completos, mientras que en la vejez aparecen piezas desgastadas, sarro, encías retraídas o dientes ausentes.
El estado del pelaje, la elasticidad de la piel y la claridad de los ojos también son parámetros observados por veterinarios para calcular la edad probable. El Cornell Feline Health Center estableció que, aunque los gatos domésticos suelen vivir entre 10 y 15 años, existen casos bien documentados de felinos que han alcanzado los 20 o hasta los 27 años.
Los gatos que viven en exteriores casi siempre muestran una expectativa de vida menor, de unos 7 años.
Distintos especialistas han subrayado que los gatos muestran señales de envejecimiento que afectan su comportamiento, morfología y salud general. Entre los signos descritos por los especialistas se encuentran:
Al detectar cambios marcados en el pelaje, los ojos o la conducta, conviene programar una revisión veterinaria para descartar enfermedades asociadas al envejecimiento.
La equivalencia entre “años gatos” y “años humanos” no sigue una proporción constante. Según el análisis de los especialistas, los dos primeros años de la vida felina equivalen a unos 24 años humanos, por lo que un gato de dos años ya alcanza la denominada etapa adulta.
Posteriormente, cada año suma unos cuatros años a la cuenta humana. Así, un gato de 12 años tendría alrededor de 64 años humanos. Organizaciones como Guinness World Records documentaron gatos que vivieron más de 27 años, lo que equivaldría a cerca de 120 años humanos.
A medida que envejecen, los gatos muestran alteraciones en su rutina, su interacción social y sus patrones de sueño, concluyeron informes de PetMD. Los felinos mayores suelen preferir la calma, disminuyen o evitan los juegos, y pueden mostrarse reacios a cambios en el entorno, muebles o la llegada de nuevas mascotas.
La desorientación, los episodios de insomnio nocturno y una mayor ansiedad forman parte del llamado síndrome de disfunción cognitiva, un desorden similar a la demencia humana. Los gatos viejos a menudo desarrollan pérdida de memoria, olvidos sobre la ubicación de la bandeja sanitaria y hábitos compulsivos de lamido.
Los veterinarios recomiendan observar la aparición de comportamientos repetitivos, miedo a los ruidos o tendencia al aislamiento, ya que estas manifestaciones pueden indicar patologías tratables o ser parte del proceso natural de envejecimiento.
El sistema digestivo, la función renal y las necesidades energéticas se modifican en la madurez. Los veterinarios de VCA Hospitals sugirieron que la dieta de los gatos mayores debe ofrecer menos calorías pero proteínas de alta calidad y fácil asimilación.
Los minerales como el fósforo y el sodio se ajustan en los alimentos comerciales para ayudar a preservar la salud renal, según Cornell Feline Health Center.
Los expertos recomiendan reducir el aporte calórico en un 20% a 30%, principalmente en gatos con sobrepeso, y supervisar que el animal siga comiendo con regularidad. “El descenso del apetito o la aversión repentina a los alimentos secos pueden deberse a dolor dental o problemas metabólicos”, explicaron los veterinarios de VCA Hospitals.
La hidratación resulta crucial: en gatos mayores, las fuentes de agua fresca o el empleo de dietas húmedas ayudan a prevenir la deshidratación y problemas renales. Los expertos sostienen que el seguimiento médico regular es la clave para ajustar la dieta a la medida de cada animal.
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