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Fecha de publicación: 17 de Septiembre de 2025 a las 05:00:00 hs

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Medio: INFOBAE

Categoría: GENERAL

Cuáles son los 7 alimentos asociados con la demencia, según una investigación realizada por 15 años

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Descripción: El seguimiento a miles de adultos mayores en Suecia brindó detalles sobre cómo ciertas elecciones cotidianas pueden aumentar el riesgo de deterioro cognitivo. La recomendación de expertos para preservar la memoria

Contenido: Cada mañana, millones de personas en todo el mundo eligen lo que van a desayunar, tal vez sin imaginar que esas pequeñas decisiones diarias pueden afectar su salud décadas después. Un plato de cereales, una tostada con mermelada comercial o una fruta fresca y un puñado de frutos secos: opciones simples, que según la ciencia, podrían marcar la diferencia entre una vejez saludable y la aparición temprana de enfermedades como la demencia.

El vínculo entre los hábitos alimentarios y el riesgo de múltiples patologías ha dejado de ser una sospecha para convertirse en una certeza estadística, respaldada por investigaciones rigurosas.

Durante 15 años, un equipo de investigadores siguió de cerca a casi 2.500 adultos mayores en Suecia, con el objetivo de entender cómo los patrones alimentarios afectan la salud al envejecer.

El trabajo, publicado en Nature Aging y recogido por Daily Mail, revela que quienes optaron por dietas poco saludables —ricas en carnes rojas, productos procesados y bebidas azucaradas— desarrollaron enfermedades crónicas y deterioro cognitivo a un ritmo mucho más rápido que aquellos que eligieron modelos alimentarios saludables, como la dieta mediterránea o la dieta MIND.

Estos participantes no recibieron instrucciones sobre qué comer; simplemente se evaluaron sus hábitos reales mediante cuestionarios periódicos. Los resultados dejaron claro que las malas elecciones alimentarias no solo afectan un órgano, sino que se relacionan con la acumulación simultánea de varias patologías, fenómeno conocido como multimorbilidad.

Para clasificar los distintos patrones alimentarios, los científicos emplearon varias herramientas de referencia.

La dieta mediterránea, tradicional en el sur de Europa, promueve verduras, frutas, cereales integrales, legumbres, frutos secos, pescado y aceite de oliva y limita de forma notable las carnes rojas y los ultraprocesados.

Por su parte, la dieta MIND, creada para proteger el cerebro, recoge lo mejor de la mediterránea y la dieta DASH, poniendo especial énfasis en vegetales de hoja verde, frutos rojos y prescindiendo de frituras, mantequilla y dulces.

El Índice Alternativo de Alimentación Saludable (AHEI), impulsado por investigadores de Harvard, premia la frecuencia con que se consumen alimentos frescos y castiga el consumo de carnes rojas y grasas trans.

También se utilizó el Índice Empírico de Dieta Inflamatoria (EDII), que clasifica los patrones que favorecen la inflamación, apuntando especialmente a dietas ricas en carnes procesadas y refrescos.

Los datos obtenidos durante el seguimiento mostraron una diferencia profunda entre los grupos de dieta saludable y no saludable. Quienes obtuvieron mejores puntuaciones en los modelos recomendados presentaron, en promedio, entre dos y tres enfermedades crónicas menos al final del periodo de observación, comparados con quienes consumieron más alimentos procesados y carnes rojas. Este beneficio resultó aún más notorio en mujeres y en personas a partir de 78 años.

Además, la relación entre dieta y salud fue especialmente significativa en enfermedades cardíacas y demencia, entre otras. En contraste, el impacto alimentario sobre trastornos musculoesqueléticos —como artritis u osteoporosis— fue mucho menor.

De acuerdo con los expertos, los alimentos asociados con mayor riesgo de demencia son:

La creciente presencia de alimentos ultraprocesados preocupa a la comunidad científica. Según datos recientes difundidos por Daily Mail, solo en Reino Unido estos productos representan más de la mitad de la dieta habitual y se vinculan a aproximadamente 18.000 muertes prematuras anuales por enfermedades como el cáncer, la diabetes o la cardiopatía.

Este panorama refuerza la necesidad de comprender y modificar los hábitos alimentarios para enfrentar el avance de la multimorbilidad y la demencia, enfermedades cuya incidencia seguirá creciendo en las próximas décadas a nivel global.

Los autores del estudio resaltan que la dieta puede ser una herramienta poderosa para retrasar el envejecimiento patológico y mejorar la calidad de vida. Al contribuir a ralentizar la inflamación crónica asociada a la edad, una alimentación equilibrada constituye un escudo frente a diversas patologías.

De cara al futuro, los investigadores insisten en la importancia de adaptar las recomendaciones a cada grupo de adultos mayores según variables como edad, sexo y condiciones sociales o médicas. Así, la pregunta diaria de “qué comer” podría convertirse en una de las decisiones más relevantes para vivir más y mejor.

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