Fecha de publicación: 2 de Agosto de 2025 a las 05:22:00 hs
Medio: TN
Categoría: GENERAL
Descripción: Postergar tareas puede parecer una decisión inocente, pero esconde un mecanismo cerebral complejo que mezcla emociones, hábitos y percepción del tiempo.
Contenido: Aunque muchos lo asocian con vagancia o desorganización, procrastinar no tiene que ver con pereza. De hecho, el cerebro activa un sistema de defensa frente al malestar que genera una tarea difícil, aburrida o desafiante. En lugar de resolverla, busca una recompensa inmediata más placentera: mirar redes sociales, preparar un café o incluso limpiar el escritorio. Esa decisión no es del todo consciente, y tiene raíces profundas en cómo funciona nuestro sistema límbico.
Investigaciones publicadas por Harvard Business Review y la Universidad de Stanford coinciden en que la procrastinación es un conflicto entre dos áreas del cerebro: el sistema límbico (emocional e impulsivo) y la corteza prefrontal (racional y planificadora). Cuando la primera gana, se posterga la tarea, aunque después llegue la culpa.
En términos neurológicos, la procrastinación es un cortocircuito emocional. El Journal of Neuroscience explica que se produce una desconexión entre el “yo presente” y el “yo futuro”. La persona sabe que debería actuar hoy, pero no siente urgencia porque las consecuencias están lejos. Por eso, el cerebro prioriza un alivio emocional inmediato, aunque a largo plazo eso genere más estrés.
Entre los principales factores que detonan esta reacción están:
Este proceso, además, se refuerza con la dopamina. Cada vez que postergamos algo y hacemos una actividad más placentera, el cerebro recibe una descarga de este neurotransmisor, lo que refuerza el hábito de evitar.
La buena noticia es que este patrón puede revertirse. Entrenar al cerebro para regular la procrastinación implica fortalecer la corteza prefrontal, el área encargada del autocontrol, la toma de decisiones y la planificación.
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Los expertos recomiendan:
Desde Stanford, proponen incluso una técnica llamada “el enfoque de los 5 minutos”: consiste en empezar una tarea solo por cinco minutos. Esto activa la corteza prefrontal y ayuda a romper la barrera inicial.
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