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Fecha de publicación: 21 de Julio de 2025 a las 12:25:00 hs

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Medio: INFOBAE

Categoría: ESPECTACULOS

La exparticipante de Gran Hermano que reparte pedidos por delivery y cerró un acuerdo con una plataforma para adultos

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Descripción: La exjugadora detalló que graba las reacciones de los clientes al verla llegar con los pedidos

Contenido: El parabrisas de la moto refleja los carteles desteñidos y los semáforos el traqueteo de las avenidas y ese vértigo inconfundible que ofrecen las calles del conurbano bonaerense a primera hora. Entre el ruido de los motores y el brillo efímero del reconocimiento televisivo, Katia Fenocchio —más conocida como La Tana, exparticipante de Gran Hermano— sigue trabajando de delivery. No por obligación estricta, ni por las cuentas que siempre piden un poco más, sino arrastrada por una mezcla de costumbre, placer y una extraña fascinación por las pequeñas historias cotidianas.

“Estoy a las corridas, hoy a la mañana me fui a laburar un poco con la moto porque me gusta. De delivery. Cada tanto le mando”, reveló al llegar a la entrevista pactada, casi como si temiera que ese gusto propio restara valor a sus otros proyectos. Pero hay un matiz casi artesanal en su elección: La Tana graba las reacciones de quienes reciben el pedido, relatos en miniatura que luego se convierten en destellos narrativos para su propio archivo.

Sentada frente a los micrófonos de Se Picó, el stream de República Z, aceptó la bienvenida que le tienden Guille Barrios, Gastón Trezeguet y Flor Cabrera. El estudio parece otro mundo lejos de la bocina insistente y el empaquetado de hamburguesas. Sin embargo, ella salta de uno a otro sin despeinarse, como quien cruza de vereda.

“Estoy armando un poco de material sobre eso”, agregó, para luego sonreír con esa mezcla de picardía y vulnerabilidad que la hizo memorable en la casa de Gran Hermano. “Me gusta grabar las reacciones de la gente cuando les llevo el pedido”, destacó.

Hay un aire de expedición en esas salidas a la calle. Sus recorridos como repartidora son más que meros traslados: se convierten en escenas que explicarían, quizá mejor que cualquier confesionario televisivo, aquello que permanece tras la fama vertical de un reality. La cámara, la moto y el deseo de registrar el pulso de lo cotidiano se fusionan en una suerte de diario personal donde el reconocimiento ya no depende de la pantalla gigante, sino del encuentro breve, casi anónimo, en la puerta de una casa

El relato se despliega, y La Tana traza en paralelo su mapa más íntimo: el de la búsqueda de hogar. Menciona Mataderos, esos pagos que le resultan familiares; menciona también Lomas del Mirador: “Quiero ir a Lomas del Mirador. Es que la dueña necesita el departamento para el hijo y me dijo que me vaya”, reveló con resignación y una franqueza desprovista de drama.

La conversación regresa una y otra vez al trabajo. No solo el delivery ocupa su agenda: La Tana mencionó su incursión en plataformas para adultos, un territorio donde la exposición y el control sobre la propia imagen son reglas de juego tan viejas como la televisión misma. “Ya hice unas fotos, estoy viendo qué onda. La misma fotógrafa que me hizo unas fotos con la moto”, contó, sin aspavientos.

La tensión entre el escenario televisivo y el anonimato aparente de las calles se resuelve en un punto exacto: el de producir relatos, sean propios, ajenos o compartidos. Registra el asombro, la risa o el desconcierto de clientes al abrir la puerta a la ex participante de Gran Hermano convertida, otra vez, en viajera urbana.

Dejando atrás las luces del estudio, su figura recorre los barrios de Buenos Aires con la misma determinación que la llevó a resistir dentro de la casa más vigilada del país. En la moto, La Tana crea un nuevo archivo: rostros, sorpresas, la vida anónima que palpita a la vuelta de cada esquina, atrapada en video y memoria.

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